A la fecha en la que escribo este post tendría la nada despreciable edad de 90 años. Por desgracia ya no está entre nosotros. Pero aunque indudablemente pertenecía a otra generación, con un sentimiento y un fervor religioso profundamente arraigado, mi madre no dejaba de ser una persona serenamente optimista y recalcitrantemente pragmática. Los que me seguís, ya sabéis que para mí, esto de la gestión de proyectos no es otra cosa que el estudio en profundidad de cómo hacer las cosas para conseguir lo que te propongas. Y lo cierto es que en los últimos tiempos –años o décadas-, cada vez estamos viendo más corrientes de pensamiento dentro de este área del conocimiento, que proclaman a los cuatro vientos que en muchas ocasiones empezamos proyectos, sin saber muy bien lo que queremos, o como diría Doña Matilde, “…lo que más nos conviene”.
Decía Ortega y Gasset que “Toda realidad que se ignora prepara su venganza”. Y es una frase que, como ingeniero, siempre me ha impactado. Supongo que por mi formación, orientada al control y a la seguridad de las acciones humanas, inconscientemente siempre me he sentido empujado a predecir, delimitar y mitigar el impacto negativo de cualquier riesgo, a través del intento continuo de conocer lo máximo posible de él. En el fondo, en eso consiste la gestión de riesgos en las empresas… Bueno en eso, y en evaluar qué probabilidad de ocurrencia y qué impacto ha tenido, en el pasado, un riesgo similar al considerado, para anticipar cuáles serán sus consecuencias si se hace realidad. En definitiva, se trata de una estrategia orientada a gestionar los riesgos de modo que se minimicen sus consecuencias negativas… y si se trata de oportunidades, aprovechar las positivas. Con lo que puede reformularse la cita de Ortega y Gasset diciendo: ”Toda realidad que se ignora, prepara su venganza”… o su recompensa, depende del caso. ¿Que por qué lo digo? Veámoslo…
En los proyectos que pretendamos realizar, para evaluar su conveniencia y viabilidad, con criterios similares a los que se utilizan en las inversiones financieras, tenemos que identificar 4 atributos. El primero relacionado con el alineamiento estratégico y la rentabilidad: Resultado esperado del proyecto y con qué objetivo estratégico se relaciona Los 3 siguientes, vinculados al esfuerzo necesario por parte de la compañía: Tipo de resultado: ¿Cuál es exactamente el tipo de producto que producirá el proyecto? ¿Es tangible o intangible? Tipo de trabajo que implica: ¿Cuál es exactamente el trabajo que se necesita hacer? ¿Es muy difícil? ¿Hemos hecho algo similar antes? Entorno en el que se desarrolla: ¿El ámbito del proyecto incluye el área de negocio, el mercado, la tecnología disponible, o un sector concreto? Tras el análisis de las respuestas, podremos calibrar las 4+1 dimensiones asociadas que caracterizarán al proyecto, que nos ofrecen información acerca del tipo de riesgos a que nos enfrentamos, y cuál ha de ser el planteamiento de su gestión para aumentar las posibilidades de éxito. ¿Quieres saber qué dimensiones son?
En los anteriores posts, hemos hablado acerca de cómo identificar el carácter de nuestra empresa, de reconocer cual es nuestra ventaja competitiva, y de establecer hacia donde queremos enfocar su desarrollo, fijando unos objetivos estratégicos… Hemos visto que cuando estos extremos están claros, lo siguiente es tratar los planes de acción, –los proyectos,- que nos acercan a nuestros objetivos, como auténticas inversiones, que debemos gestionar atentamente, como hacemos con nuestras inversiones financieras. Y como en estas, elegir aquellos que son más ventajosos. Las preguntas que surgen ahora son: ¿Cuál es el efecto combinado de emprender varios proyectos al mismo tiempo? ¿Pueden interferirse o ayudarse entre sí? ¿El riesgo que se asume, se multiplica o se compensa? Y todo ello nos lleva nuevamente a un concepto financiero… La Frontera Eficiente
En el post anterior hemos hablado de cómo organizar y ponderar criterios, y ordenarlos según su importancia, para evaluar –y priorizar a su vez- qué proyectos estratégicos resultan más conveniente emprender y hacerlo cuanto antes. Una vez hechos los deberes, es decir, después de analizar todos los proyectos a través del prisma de cada uno de los criterios ponderados, el problema es saber interpretar adecuadamente los resultados… ¿Con las puntuaciones obtenidas por cada uno, como sabremos finalmente cuales son los proyectos más interesantes?
Recapitulemos… A través de lo visto en los posts anteriores, podemos considerar que estamos en un punto de la gestión de nuestra empresa, en el que tenemos los objetivos empresariales definidos y priorizados. En el día a día de nuestra empresa, habría llegado el momento de relacionar cuales son los proyectos que podemos emprender para contribuir a hacer realidad esos objetivos. Y para eso, hemos revisado cuales son las variables que influyen en la decisión sobre en qué proyectos invertir. Ahora queda lo más difícil, hacer una selección lo más objetiva y provechosa posible. Para eso, hay que establecer los criterios de selección, y también, como no, priorizarlos…
En posts anteriores hemos hablado de… 1º. Definir objetivos empresariales –estratégicos-, 2º. Averiguar y establecer que alternativas –proyectos- tenemos para poner en marcha y alcanzarlos, eso sí, con un estudio de viabilidad para cada una. En este post -y en los siguientes- hablaremos de… 3º. Como componer -tácticamente- un programa de proyectos combinados óptimamente, que nos ayude a alcanzar los objetivos empresariales con un costo y un riesgo controlados. Según la RAE, TÁCTICA es el “Arte que enseña a poner en orden las cosas”, y el “Método o sistema para ejecutar o conseguir algo”. Estamos pues en el ámbito de la Táctica Empresarial, en concreto, de cómo definirla. Pero… ¿Sabes cómo elegir los mejores proyectos, para que ordenados y combinados idóneamente den los mejores resultados? No, no es fácil, pero vamos a ver de que manera se puede abordar el problema de un modo sencillo, sentando desde el inicio, las bases de una buena evaluación de proyectos…
En el anterior post hablamos de como pasar del establecimiento de una estrategia, basada en objetivos concretos, a un plan de acción que no es sino un programa de proyectos, que se arma tras la evaluación del estudio de viabilidad de cada uno de ellos. El punto de partida de este estudio son los atributos propios de cada proyecto: Con que objetivo estratégico está alineado Si produce algo tangible o intangible Qué tipo de trabajo implica En que entorno se va a desarrollar ¿Pero como se estudia la viabilidad y la rentabilidad esperada de un proyecto?
En posts pasados vimos que la raíz de la subsistencia y rentabilidad de nuestra empresa es un activo difícil de distinguir en su Balance: su Ventaja Competitiva. Cualquier Ventaja Competitiva se basa en el mantenimiento de una buena ejecución de las operaciones diarias, y en una adaptación al cambio progresivo de las condiciones del mercado, tratando de aprovechar las oportunidades que este puede presentar. Eso se logra, previo análisis de la compañía y el entorno, con la adopción de unos OBJETIVOS estratégicos que, para ser alcanzados, implican inversión en determinados proyectos. Teniendo en cuenta que… INVERTIR es utilizar recursos económicos para obtener una ganancia futura. y PROYECTO es el conjunto óptimo de actividades coordinadas que pretenden obtener un fin concreto. Una dirección empresarial será eficaz, -rentable-, si eligiendo bien los objetivos, hace una selección de los proyectos más efectivos para lograrlos, invirtiendo de una manera racional y eficiente los recursos disponibles… Vale… ¿Y cómo se lleva a cabo una inversión empresarial rentable en proyectos?
En posts anteriores hemos visto que nuestras empresas existen porque generan valor, tanto para sus propietarios como para sus clientes, y en última instancia, de manera indirecta, para sus proveedores y empleados. Hemos relacionado la generación de valor con la ventaja competitiva que indiscutiblemente tienen los productos y servicios de esa empresa, y que es la responsable de que un determinado grupo de clientes los compre. Y hemos expuesto como mantener y aumentar esa ventaja, es función, a corto plazo, de los costes de las operaciones diarias, y a medio y largo plazo, de la inversión en proyectos de desarrollo. Pero, llegado a este punto, tenemos que hacernos preguntas “trascendentales”: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Y a dónde queremos ir? ¿Sabemos hallar las respuestas?